Como un diamante en bruto Lambaré es una ciudad emergente que se está convirtiendo en un foco de comercio muy importante, a la que le falta apoyo y mejoras para poder mostrar su máximo esplendor. De la misma manera, la ciudad de la burrerita es una zona ideal para residir, tanto por su cercanía a la capital como por la existencia de servicios como la educación superior y lugares de recreación, así como fuentes laborales en la ciudad, puntos importantes al momento de elegir un lugar para vivir.

(Por Anahí Acevedo). Lambaré en las últimas décadas pasó de ser una ciudad eminentemente rural a ser una zona urbana, por lo que con el tiempo los pobladores fueron cambiando el arado por el comercio. Dicha situación trajo consigo grandes cambios en la comunidad lambareña como la construcción de asfaltados, centros comerciales, fábricas, supermercados y centros recreativos.
Sin embargo, en la ciudad se puede notar por un lado, el descuido de las autoridades municipales que no hacen mejoras ni mantenimientos en gran parte de los bienes públicos, y por otro, propios o forasteros que perjudican la imagen de Lambaré con los basurales en plazas y caminos y baldíos en condiciones insalubres.
Basural: Plaza Las Residentas convertida en un vertedero clandestino. Insalubre: Calle Coronel Schweitzer contaminada con aguas de dudosa procedencia. Negligente: Basuras lanzadas a patio baldío sobre Avenida Cacique Lambaré
De esta manera, el visitante puede observar una realidad dual en Lambaré, por un lado los centros lujosos, el comercio a gran escala y el progreso contrastados con las basuras, las calles en mal estado, muchas veces llenas de aguas de dudosa procedencia, baldíos abandonados y el comercio informal.
El descuido de los propietarios de terrenos, principalmente, baldíos perjudica a los pobladores de Lambaré, que sufren las plagas de alimañas como moscas y mosquitos, pues generalmente se llenan de malezas y son focos ideales para convertirse en otro punto de vertedero informal para transeúntes y personas que vienen a descargar sus desechos en el lugar.
Así también, los comerciantes informales constituyen otro de los flagelos de los lambareños, no solo porque complican la circulación del transeúnte o porque resulte poco agradable a la vista, sino sobre todo porque este problema es el vivo ejemplo de la desigualdad económica y comercial. Posiblemente, ellos se dedican a ser vendedores ambulantes debido a la mala situación económica en su familia, por lo que hay quienes recurren al microcontrabando y esto significa una compleja problemática social pues compiten deslealmente con las empresas que trabajan en la legalidad y pagan sus tributos.
Sin dudas esta situación se da también por la complicidad de funcionarios en las instituciones públicas encargadas de evitar el contrabando y regular el paso de mercaderías de un país a otro. Es un secreto a voces la existencia de un sistema corrupto del que se valen algunos comerciantes, tanto de pequeña como gran escala, mediante coimas para el seguro paso de sus productos.

No obstante, esta situación también es producto de otros factores con raíces más profundas, y de nivel nacional como la mala calidad educativa, el problema de la inserción laboral de personas adultas, el inefectivo fomento de la formación e inserción laboral de jóvenes, entre otros. Esta falta de apoyo a las personas adultas y ancianas que tienen poca o nula formación, en ocasiones obliga a que ellos realicen cualquier tipo de actividad para subsistir y una alternativa muy utilizada es la del comercio informal.
Asimismo, en el paisaje lambareño, de hoy en día, posterior al inicio de la pandemia, se ve reflejado el efecto del covid- 19 en la economía de la ciudad, ya que no faltan las puertas cerradas y los carteles de “se vende”, “se alquila”, en lugares donde anteriormente funcionaban negocios de diversos rubros.

Todas estas problemáticas hacen que el progreso del pueblo lambareño se vea detenido y empañado. Además, estos aspectos negativos, que en principio podrían ser temporales, se vuelven cada vez más permanentes lo que provoca que muchos se acostumbren y normalicen lo que está mal, situación que puede ser más perjudicial aún pues dejan de haber contralores civiles que exijan resultados al poder político.
Así, Lambaré sigue siendo un diamante en bruto paraguayo que reúne la posibilidad de vivir en el lugar donde trabaja o estudia o por lo menos acortar las distancias con la capital, característica geográfica que muy pocas ciudades tienen. Por ello, es de esperar que muy pronto los lambareños puedan terminar de desplegar sus alas para volar alto y brillar con todo el esplendor que tienen por mostrar.